En los países latinoamericanos productores de buen cacao, es común hasta el día de hoy el dar de beber una taza de chocolate caliente a los niños como parte de la merienda. Ahora bien, en todos lados se reconoce que esta bebida es una creación rioplatense. Su secreto es que quien va a beberlo se ocupa de prepararlo a su gusto. Es clave la tarea del parroquiano de revolver la preparación con la larga cuchara que lo acompaña para ejecutar esa magia de la fusión de la leche y el chocolate. El resultado es lo que podríamos considerar un chocolate liviano, pero sumamente sabroso. Imprescindible en una tarde fría de invierno